jueves, 27 de noviembre de 2008

HAY COSAS QUE MERECEN SER CONTADAS


Todas las tardes Lucio sale a caminar.
Vanesa o yo emprendemos con Lucio, casi religiosamente, el paseo vespertino que cumple sus rutinas y rituales: la señora del almacén de la esquina, le regala una feta de queso; el peluquero (su peluquero), un chupetín; la panadera, algún que otro bizcochito.
Pero hace un tiempo, además del tours culinario, Lucio visita, saluda y festeja un encuentro maravilloso en un hogar de ancianas. Tras la gran ventana de vidrio unas cinco abuelas se iluminan cuando pasamos por allí, cuando Lucio se asoma al ventanal y con la “ñata contra el vidrio”... da besos babosos.
Intercambios de sonrisas, gestos de afecto y entrega. Apenas estamos por doblar la esquina, próximos al “Hogar” Lucio se apura, emprende su carrera desgarbada para llegar y darse todo él, sin condiciones, ni mezquindades. Quizá es como un bálsamo de amor en los corazones de estas abuelas.
_¿Cada cuánto pasa Lucio?, me pregunta una de ellas. ¿Querrá quizá esperar y ser feliz en las horas previas, como cuando el zorro aguarda al Principito?. (Sin duda, ya se han domesticado).
Ayer, mi chiquito, volvió de su paseo y visita a las abuelas haciendo planear un avión de cartón, pintado de celeste cielo, así de celeste como sus ojos. El avión, tenía en su fuselaje una inscripción que decía: “Para Lucio con amor.... de Porota”. Me quedé en silencio y me corrió una lágrima.
Pensé en las circunstancias que quizá llevaron a la abuela Porota a estar allí, a otras tantas, que comparten la etapa final de sus vidas en un lugar que no es hogar. Pensé en no juzgar, porque la vida es compleja. Y pensé en compartir esto tan hermoso, porque hay cosas que merecen ser contadas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Se me pianta un lagrimón...
Tal cual lo decís, sin juzgar, solo disfrutar la escena!!!
Gracias por compartirla!
Fabi