sábado, 27 de abril de 2013

Madres e hijos: ¿bendecidos? ¿castigados?

Muchas veces me he preguntado por qué me hace ruido o no puedo estar totalmente de acuerdo con algunas expresiones en torno a los hijos con discapacidad o mamás de hijos con discapacidad.
Será porque me niego a pensar que he sido bendecida y que debo agradecer a dios por la discapacidad de mi hijo. Reflexiono sobre esto y me digo: jamás, jamás agradecería esta situación. Y eso, al menos es lo que creo, no me hace ni mejor ni peor mamá.
Alguien podría cuestionarme ¿pero cómo, entonces rechazas a tu hijo?. Claro que no, porque amo en él su TODO, tanto como lo amaría si no tuviera una discapacidad. No amo de él lo que le falta, amo su lucha por hacerse entender, por superarse, por ponerle garras y, con gran dolor, detesto que no pueda lograr otras tantas cosas. Pero no es ni su culpa, ni su bendición. Ni mi cruz, ni mi medalla. Es la que hay.
Respeto, asimismo, la manera de ver, valorar, acomodar, resignar, y elaborar ese pasaje que supone poder aceptar una situación dificultosa, que se llama duelo.
(… a veces se logra, a veces se vive en carne viva)

1 comentario:

Unknown dijo...

Es verdad yo tampoco me identifico con aquello de que sea una bendición, claro que amo a mi hijo, pero no es una bendición.