Comunicar, comunicarse, no sólo es emitir sonidos. La metacomunicación nos señala que cada uno de nuestros gestos “dice” y, en ese sentido, para que el proceso se cumpla siempre será necesario un receptor dispuesto a escuchar lo que No dicen las palabras.
Será que el ejercicio cotidiano nos ha vuelto muy receptivos a quienes estamos con Lucio que entendemos casi todo lo que él quiere expresarnos. Para ello, trabajamos ayudándolo a meterse en el entramado del lenguaje aún sin ser oral. Por eso muchas veces somos su voz. “Si Lucio señala o trae una copa, obvio…sabemos que tiene sed. A esta acción la incluimos diciéndole ^Lucio .. tenés sed???... querés jugo??? El jugo rosa???^^^y él elige y no solo elige, sino que simboliza y le da sentido a esas palabras.
Cuando decimos “perro”, “cielo”, “computadora” “Hi five”, etc, etc, etc….Lucio sabe exactamente de qué estamos hablando. Es sólo un ejercicio de hacerlo partícipe de esto que nos constituye y nos nombra, así tenemos entidad, así “somos”…Si los dejamos afuera, quedará obviamente rondando en su mundo vacío.
Me preocupa esto sobremanera, me preocupa que por que no hable haya que llevarlo, traerlo, darle etc, sin preguntarle. Es un ejercicio diario, pero no tan complicado.
El silencio para él es sinónimo de indiferencia.
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